domingo, 1 de febrero de 2009

EL MUNDO AL REVES

A finales del siglo XIX y principios del XX surgió el movimiento obrero, lo que vino a llamarse sindicalismo, como modo de presión para hacer reclamaciones a la patronal por parte del proletariado al objeto de obtener mejoras sociales y de la calidad de vida para grupos amplios de personas. Ese modelo de lucha social pronto fue asumido por la sociedad en general como modelo para presionar y exigir otro tipo de cuestiones de los más variados ámbitos de la vida civil, en el que hasta ése momento casi siempre las luchas por alcanzar determinados objetivos y derechos sociales se habían efectuado de forma unipersonal, por grandes personas que han pasado a la historia de la humanidad.



Y en los inicios del siglo XXI asistimos, no sin cierto grado de asombro, al traslado de éste tipo de lucha reivindicatoria, al más puro estilo obrero de principios de siglo, al denominado séptimo arte ¿Qué a qué viene ésto? Bueno, básicamente a que anoche he estado viendo a ratos la gala 23 de los premios "Goya" y claro, aún estoy estupefacto.



Estoy atónito de ver a una banda de jetas, vestidos con trajes y vestidos de Dior, Cavalli, Chanel y la madre que lo parió, que cuestan lo que yo gano en tres meses (o más), utilizando esa gala y el parapeto ofrecido por un medio de comunicación de consumo masivo como la televisión para reclamar a las Autoridades allí presentes (a saber el Ministro de Cultura y el Ministro de Sanidad entre otros) para reclamar una mayor implicación del Gobierno y la Administración con el cine español y lucha contra la piratería por Internet, éxigiendo además sin miramientos a las operadoras de la Red de redes que disminuyan los inconmensurables beneficios que obtienen gracias al tráfico de información y datos que origina la Red.



Y claro, es "para mear y no echar gota" que una cuadrilla de gente que están podridos de pasta se pongan en plan "obrero explotado". Más si tenemos en cuenta, que la mayor parte de las películas de factura nacional están subvencionadas por esa Administración a la que dirígen sus protestas con el dinerito que pagamos todos los españolitos. Les voy a proponer un ejercicio matemático muy simple como solución:

La media de una conexión a Internet es de unos 50 euros al mes. De otro lado, vamos a tomar como referencia un aficionado al cine al que le guste disfrutar de una película una vez por semana, empecemos a sumar: 6 euros por entrada (de media) para dos personas: 12 euros, a lo que añadimos el gasto en gasolina para el coche, ya que pocas son las ciudades en las que existen salas de cine en el centro de la ciudad (si exceptuamos las grandes ciudades, en las cuales te ahorras la gasolina pero te lo gastarías en transporte urbano) y que vamos a establecer en 3 euros. Total, si nos olvidamos de palomitas y refrescos sale una media de 15 euros por sesión que por cuatro fines de semana que tiene el mes dan un montante final de 60 euros.

Ahora efectuemos los mismos calculos si se rebajase el precio de la entrada de cine en un 30 por ciento, situando su precio medio en 4 euros. El resultado final sería de un gasto de unos 44 euros al mes frente a los 50 de la conexión a Internet, y "seis euros son mil pelas, tú".

Claro que, para que esto fuese posible, quizá y sólo quizá, la banda que desfiló anoche por la alfombra verde debería rebajar un poquito sus pretensiones y quizá deberían conformarse con ganar 200.000 ó 300.000 euros por película (que digo yo que ya está bien, cifra que un españolito medio tarda en ganar cerca de diez años) en vez de ganar 1, 2, 3 o más millones de euros, los cuales, no olvidemos, ya salen de nuestro bolsillo en forma de subvenciones estatales.

Y es que el mundo está al revés, en éste caso, actores y actrices son el proletariado que (vestidos con sus mejores galas) le recriminan a una patronal, que conformamos todos los ciudadanos, y que somos los que elegimos que nos gusta y que no, qué nos apetece ver y que no (eso sí, la patronal en éste caso viste de Zara).

Todo eso, sin entrar en el discurso fácil y demagógico que hace el colectivo actoril de este país, acerca del peligro de la supervivencia del género y demás (que por otro lado, si no ha corrido peligro ni con la dictadura, menos ahora por dejar de perder unos cientos de miles de euros, que, reitero, ya les damos por otro lado). Y digo esto, por que si entro en ese discurso, quizá deberíamos pensar en la gente (esa misma que al final, aunque sea de cuándo en cuándo acude al cine) que se vería sin empleo, a saber, servicios técnicos de operadoras ISP, teleoperadores de servicios de atención al cliente, instaladores, diseñadores de páginas web, etc.....para que un grupo siga forrándose, no si encima luego van de gente de izquierdas, pues eso.........

El mundo al revés.